Hola!
Este va a ser un post rapidito en medio de las vacaciones. Quería escribirlo porque puede seros de utilidad si tenéis esta situación familiar y aprovecháis elos días libres o las jornadas intensivas para hacer las revisiones médicas con los niños: el miedo de vuestra hija o hijo a ir al médico.
Ayer mi hermano me comentaba por WhatsApp que su hija había tenido un golpe pero que lo había pasado peor en la propia visita médica que en la caída.
Y recordé la etapa de terror a los doctores que vivimos con mi hijo mayor durante una temporada. Para mas inri, dado que estábamos en medio del diagnóstico y luego en los inicios de terapias y demás, teníamos la necesidad de acudir a varias especialidades en un corto espacio de tiempo. Quizás por ello me permito hacer un reflexión sobre este tema y contaros cómo lo resolvimos nosotros, por si os vale.
Aclaro que no hablaré de miedos patológicos porque no soy especialista. Soy una mamá contando a otros padres y madres mi propia experiencia de un temor que pudimos erradicar en casa.
Sigo.
Empecemos: ¿Por Qué Tiene Miedo?
Lo primero que nos preguntamos es por qué tiene miedo a la doctora. Pues aquí creo que barajamos diferentes opciones, que podéis revisar en vuestro caso:
- Una mala experiencia propia del peque o alguien cercano.
- Vuestro propio temor, como padres/madres/tutores.
- Desconfianza en el profesional.
Si repasamos la historia, podremos identificar el origen y será más fácil actuar.
Puede que las malas experiencias sean reales y no dependan de una mala percepción del menor. Muchas veces en una revisión no se respetaron sus necesidades, temores, cercanía con los padres…Quizás haya acompañado a un hermano a vacunarse y le haya visto llorar y gritar..Puede que haya ido a visitar a la abuelita al hospital y el impacto de verla frágil en un entorno médico le haya asustado…
Puede que el caso sea el temor (p)maternal. Padres y madres temerosos de la medicina, o no, simplemente temerosos de que el peque lo pase mal y sin saberlo trasladan esa emoción al menor.
Por último, la desconfianza. A veces, el temor viene de la mano de un médico con una forma de actuar diferente a la que nuestros hijos están habituados. O quizás porque nos han visto discrepar con el profesional por algún motivo (o criticarlo al salir de la consulta) y eso les ha generado inseguridad y desconfianza.
¿Cómo acabar con el temor a los médicos?
Nuestra experiencia.
1.Reforzar. Creo que lo primero es reforzar la cara amiga de la medicina: explicar al peque la función que cumplen, siempre en plural porque todos y todas vamos al médico, no es algo exclusivo de los menores. Por ejemplo, decirle que nos ponen buenos para ir a jugar, que revisan que estamos creciendo bien, que hacen un esfuerzo por aprender cada día cómo ayudarnos a estar sanos.
2.Experimentar. Otra buena idea es que nos acompañen a citas médicas nuestras: al vernos tranquilos, sonriendo y en una consulta relajada les daremos un claro ejemplo a imitar: nosotras no tenemos miedo, vosotros no tenéis por qué tenerlo.
3.Jugar. También se puede recurrir al juego imitativo, donde serán los doctores y los pacientes, y les daremos la posibilidad de experimentar ambos roles desde la diversión, así como la herramienta para expresar sus emociones en cada uno de esos roles. No olvidéis que el jueg de roles, el disfraz, etc. son excelentes metodologías para fomentar la expresión de sentimientos y percepciones del menor con respecto a su entorno, como os comentaba en este Post.
4.Recurrir a vídeos, canciones o cuentos. Otras herramientas para cambiar la visión del médico es recurrir a cuentos, vídeos o canciones que toquen la temática salud de forma positiva. Aquí os dejo:
-La canción tradicional «A mi Burro» de Traposo, donde el burrito se va enfermando de diferentes cosas y el médico le dice cómo curarse.
– La canción de María Elena Walsh «El brujito de Gulubú», que enferma a un pueblo entero y requieren de la llegada del doctor para vacunarlos y curarlos.
– Un capítulo de «La Doctora de Juguetes«. Nosotros no lo hemos visto, pero he leído en la blogosfera que facilita mucho la visita al médico 😉
5. Anticipar. La anticipación es un buen aliado para los peques con y sin diversidad funcional (aún más para los primeros, también lo sabréis las madres de niños dentro del espectro autista o con problemas de conducta, por ejemplo). Recordarle desde días antes que tenéis esa visita, explicar qué ocurrirá antes y qué después. Saber cuándo finaliza algo que no nos gusta, a priori, reduce el stress de ese momento por la certeza de que culminará.
6. Explicar. La forma de afrontar malas experiencias, temores, etc. desde una educación respetuosa es ponernos en su lugar, ser empáticos y hablar con nuestro hijo cuantas veces haga falta para que sepa que entendemos su sensación, que es cierto que ha pasado tal o cual cosa y le ha dado miedo /frustración /dolor…Que vamos a afrontarlo juntos y que siempre podrá contar con nosotros para acompañarlo y contenerlo.
El explicarle que lo entendemos, irá acompañado de una historia (puede ser la misma u otra) positiva: (punto 1) donde reforzaremos los beneficios de haber realizado esa consulta médica porque lo han curado, o hemos sabido cuán alto estaba…
7. Buscar ayuda. Si el origen de su temor tiene que ver con una traslación del de su/s (p)madre, lo que podríais hacer es elegir a otro adulto que acompañe a vuestro peque a la consulta (el otro tutor, abuelxs y tíxs bienvenidxs!). También vendría genial que trabajaseis vuestro temor, ya que es materia muy complicada no traspasar nuestros miedos a los hijos (como os comentaba aquí), así que la solución será no tenerlos (o contenerlos muy que muy bien!).
¿Tenéis que ir ya mismo a la pediatra y no os da tiempo a trabajar el temor con el peque?
¡Probad este truco!
Lo primero que hice en la siguiente visita médica que tuve con mi niño, cuando fui consciente de que su temor era general y no a un médico en particular, fue pedir a la doctora que se quitase la bata. Fue mágico. En cuanto mi hijo la vio vestida de calle, fue una adulta más charlando con él y mamá. Su actitud cambió.
Ahí encontramos una clave importante, quizás también os valga.
Por último: La Elección de Profesionales.
Quitando las excepciones (médicos de urgencias, donde no hay tiempo siquiera de transmitirles nuestro speach), es buena idea explicar a los especialistas que visitaremos a menudo cómo esperamos que se relacionen con nuestros hijos.
No es para nada decirle a un profesional cómo hacer su trabajo, sino trasladarle nuestro impresión de cómo tratar a nuestro peque para que la cita sea positiva para todos. Nadie conoce más a nuestros niños que nosotros mismos, y eso debe primar y ser respetado en cualquier ámbito en el que otros adultos entren en contacto con ellos. Y si no es así, ese no es vuestro médico. Cambiad.
Nosotros pasamos por una gran cantidad de doctores, cabe decir que la mayoría cercanos y agradables, aunque aun así no estábamos a gusto con todos ellos.
Por otro lado, mi hijo mayor que nació de forma prematura en la semana 33 y tuvo que pasar sus primeras dos semanas de vida en la UCI, nos permitió conocer montones de médicos entregados, amorosos y empáticos que nos arroparon en esa circunstancia, pero sobre todo, primaban su bienestar en todas las pruebas. Allí conocí la tetanalgesia (si no sabéis de qué os hablo, leed este artículo de En Familia, el proyecto de la AEP) y le brindamos una contención fundamental ante los pinchazos y demás situaciones.
En nuestra búsqueda por la pediatra perfecta para ambos peques, recurrimos a una estupenda y respetuosa profesional pro-lactancia que habíamos conocido en la etapa UCI. Y hasta hoy. Porque su prioridad son los niños, y porque si como madre debo confiar su salud en algún profesional, lo primero que debo hacer es confiar en ese profesional y ver que mis hijos también lo hacen. Gracias Marisa!
En el resto de especialidades que visitamos, sobretodo por la faceta atípica de mi crianza, hemos procurado buscar el equilibrio entre experiencia, cercanía y respeto.
Aún cojeamos en algo que ya os conté en este post: sentir que somos un todo, que mis hijos lo son, y que como madre pueda permitirme ser madre y dejar este rol de teléfono descompuesto entre especialistas. Pero eso es otro tema.
Espero que mis tips os sirvan para facilitar las visitas médicas de vuestros peques. Y recordad: en todos los ámbitos hay profesionales buenos y malos, cercanos y lejanos, empáticos y apáticos, con vocación y sin ella.
¿Y vuestros peques? ¿Han pasado por alguna etapa de temor a los médicos? ¿Cómo lo habéis resuelto?
Espero con ganas vuestras experiencias para poder enriquecer este post y facilitar el camino a quienes vienen unos pasitos detrás!
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¡Nos leemos!
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2 Comentarios
Genial estos consejos, porque es muy duro ver lo mal que lo pasan los peques con algo tan necesario como ir al médico. Creo que es muy importante saber el origen de eso miedo para poder ponerle solución. No había caído en lo de quitarse la bata pero lo probaré la próxima vez que nos toque hacer una visita a la pediatra. Si vemos que persiste pensaremos en hacer terapia con algún especialista en fobias. Muchas gracias por compartir tu experiencia.
Me alegra pensar que puedan serte de utilidad. Un abrazo