Hace tiempo mi hijo mayor, en medio de una angustia grande, comenzó a verbalizar los motivos por los que se sentía mal. A veces podía poner en palabras esas emociones y el origen de ellas con claridad, pero otras simplemente me contaba que su cerebro le decía cosas horribles.
Cuando los niños son pequeños no tienen la capacidad de entender y gestionar sus emociones. Se sumergen en ellas para nuestro desconcierto, mientras intentamos saber qué les pasa para poder acompañarlos mejor.
Después de varias noches de charlas, mi hijo había conseguido contarme algunos de sus temores, aunque no podía entender por qué algo hablaba en su cabeza y lo hacía sentir tan mal.
Gracias a la recomendación de sus terapeutas conocimos un cuento maravilloso que nos está sirviendo muchísimo y hoy traigo al blog.
Mamá, hay un monstruo en mi cabeza
La idea original de esta historia es de un niño de 8 años que, junto a la ayuda de su madre, su padre y su hermanito de 5 años, la transformaron en cuento para poder ayudar a más peques que como ellos, tenían un monstruo que les decía cosas feas y les minaba la moral.
Un proyecto familiar que me encanta y que hoy agradezco, porque es una herramienta valiosa para trabajar la autoestima de niños y niñas, y especialmente de aquellos que por tener alguna diversidad se sienten (o los hacen sentir) menos que los demás.
Cuando leímos el cuento por primera vez, mi hijo me dijo que eso era exactamente lo que le pasaba a él.
El cuento
En cuento trata sobre Tom, un niño al que le encanta dibujar, correr y jugar al baloncesto. Pero que poco a poco, va sintiéndose mal porque cree que es el peor, que nunca ganará una carrera o hacer bien un dibujo.
Tom se siente tan triste y tiene tanto miedo de que otros niños se rían de él, que deja de jugar con ellos y termina quedándose solo para evitarlos.
Un día ve a un niño jugar muy bien al baloncesto. Más tarde, se pone a llorar y es aquél niño, Leik, quién le pregunta qué le pasa. Tom le cuenta que algo suena en su cabeza y le dice que no juegue, que lo hace fatal. Es entonces cuando este niño le dice que a él le pasa lo mismo, y que le va a enseñar un truco que le dijeron para sentirse mejor.
Leik le cuenta que el que dice cosas feas en su cabeza es un monstruo malo, y que para callarlo imagina a un monstruo bueno que le venda la boca para que no pueda hablarle.
«Los monstruos buenos nos animan y confían en nosotros, nos dicen que sigamos intentándolo. Los malos nos dirán que todo lo hacemos mal y nos hacen sentir tristes».
Leik impulsa a Tom a escuchar a su monstruo bueno, que lo animará a seguir intentándolo aunque algo le esté saliendo mal.
Actividades propuestas
Al final del cuento, nos proponen varias actividades: dibujar nuestro monstruo malo y nuestro monstruo bueno, hacer una lista de lo que nos dice cada uno y hacer otra lista con lo que hacemos bien y lo que se nos da regular.
A ello nos pusimos hoy con mis peques.
El resultado fue genial. Conseguimos ponerles forma a nuestros monstruos, decidir sus nombres, compartir lo que nos dicen y cómo nos sentimos con ello.
Mi opinión
Este cuento es una manera muy visual de enseñar a nuestros hijos a darle más fuerza a su voz interior positiva, la que los anima, y la que les dice que no pasa nada si no son los mejores o los que ganan una partida, que el esfuerzo y creer en sí mismos los ayudará a superarse sin necesidad de estar pendientes de las comparaciones.
Perder el miedo a intentarlo, a ser observados, a ser los últimos en algo, es un aprendizaje esencial para mejorar la armonía y salud mental/emocional de nuestros peques ¿No creéis?
Por otro lado, este cuento y las actividades propuestas al final sirven como disparador de conversaciones imprescindibles con nuestros hijos.
Desde luego, Mamá hay un monstruo en mi cabeza es un cuento sencillo y visual perfecto para empezar a hablar de autoestima con nuestros peques.
Podrán saber que no son los únicos. Que incluso aquellos que parecen exitosos a sus ojos también han tenido temores o se han sentido infravalorados.
En mi canal de Youtube os he dejado un vídeo de nuestra experiencia matutina con el cuento.
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