En otras ocasiones os hablé de la frustración que me genera la apatía en general, y especialmente en los sectores de educación y sanidad.
Hoy os quiero compartir algunas de nuestras peores experiencias en consulta.
No por quejarme, sino por visibilizar.
Y para seguir reclamando que estas situaciones deberían erradicarse, que no se puede atender a la salud olvidándose del ser…y mucho menos estando desactualizado en temas tan trascendentales como la Lactancia Materna o los hitos del desarrollo mientras se ejerce con un título médico colgado en la pared.
Entre nuestras peores experiencias puedo contar:
Falta de empatía y respeto.
Una pediatra que ante el llanto de mi hijo cuando quería mirarle los oídos, lo increpó diciendo que la hacía perder el tiempo y tenía más niños que revisar. Duramos medio segundo más en su consulta. Mi peque tenía por entonces 2 años.
Por cierto, la sala de espera estaba vacía.
Desactualización sobre Lactancia Materna.
Una neonatóloga que, aunque cercana, cuando mi peque me pidió teta frente a ella se sorprendió y me dijo que con el percentil que tenía (104 a sus 9 meses, siendo prematuro) mi leche era como «agüita sucia» y no le proporcionaba el alimento que requería mantener ese tamaño de niño (como si el peque hubiese llegado al 104 por tragar aire!).
Me invitó a que le negase el pecho y le diera a cambio un biberón colmado de cereales y así de paso me dejaba dormir.
No es que mi hijo lo pasara mal en esa visita, pero si yo le hacía caso lo pasaría fatal. Tema aparte su desconocimiento absoluto sobre Lactancia Materna.
Nos fuimos sin retorno.
Diagnóstico errado, prácticas absurdas y apatía en oferta.
La peor de las peores, y que aún me arrepiento por no haber puesto una reclamación en el hospital, fue la primera neuropediatra que visité con mi peque al cumplir el año. Después de hacerle una serie de pruebas realmente bruscas con llanto incesante, concluyó que mi hijo tenía retraso en el desarrollo porque yo lo llevaba en mochila y le daba la teta (llegué porteándolo y dándole el pecho a la consulta), privándolo en estos actos de estar en el suelo. Aparte de que su título no le valió para detectar su hemiparesia infantil / parálisis cerebral por ictus perinatal (mientras que nuestro segundo y actual neuropediatra diagnosticó en menos de cinco minutos jugando con mi niño), fue absolutamente apática con el niño y conmigo, aparte de cargarme con una culpa/ responsabilidad que distaba mucho de la realidad.
Menos mal que el instinto materno es muy fuerte, yo lo escuché y seguí buscando respuestas por otros lados hasta llegar al diagnóstico 3 meses después.
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Quisiera aclarar que no estoy generalizando. Tengo médicos y doctoras excelentes. Pero estas situaciones no deberían existir, y curiosamente oigo historias similares a diario. Por qué lo permitimos?
Os parecen raras estas anécdotas?
Me contáis vuestras peores experiencias con médicos, enfermeros, matronas?
Qué opináis sobre la necesidad de humanizar la sanidad?
Aprovecho para recordaros que he iniciado una petición en change para que la RAE incluya el término hemiparesia en el DLE. Aquí os explicaba por qué.
*Si quieres ayudarme con tu firma en mi petición de change.org haz clic aquí!
Que tengáis una semana genial, nos leemos!
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Sin comentarios
Qué triste me parece que hayan profesionales en contacto con niños con tan poca empatía. Por suerte nuestro instinto de madre es más fuerte y sabemos proteger a nuestros peques. Pero estoy contigo en que este tipo de situaciones no deberían existir nunca, en ninguna parte del mundo! Un abrazo
Gracias por pasar, otro abrazo para ti!
Y la cantidad de lactancias que se acaban en consultas así …una barbaridad!
Yo te diría Gery que, desgraciadamente, conozco muchas y muchas de estas….pero también, cómo parte implicada, muchas más de cosas bien hechas, sanitarios que se implican, que no siempre aciertan, porque la medicina es la ciencia de la incertidumbre, pero que se preocupan por sus pacientes, que se preguntan cada día «¿Podía haber hecho más?», y que pierden horas de sueño dando vueltas a los problemas de personas, con nombres y apellidos, a los que buscan solución, sumidos en la duda e incluso la culpabilidad por no haber «sabido ver o proveer» lo que a veces es imprevisible. La queja es necesaria, y a menudo justa, pero que pocas veces leemos un reconocimiento a una labor difícil, llena de carga emocional…para todos, y que casi siempre excede el «deber» profesional.
Por suerte por cada «profesional» de esta calaña q encontramos (q nosotros también tuvimos una enfermera desde q Pichí era recién nacida hasta el año q daba pavor) hay 10 que están informados, q son empáticos y q aman su trabajo. La pena es q en la lotería al final alguno te toca, nos hacen dudar de nosotras mismas y no te digo nada cuando son problemas graves como el diagnóstico de una hemiparesia. Estoy contigo, hagámoslo visible para q los médicos sean conscientes de q no vamos a sus consultas a ser juzgadas sino a q nos ayuden!! Un besote!
por favorrrrrrrrrr!! me matas!! es más me aimas a escribir una entrada con cosas que nos han pasado a nosotos en el médico también. Aunque sin duda la de que portearas y dieras teta se lleva la palma…en fin! Una reclamación se merecía, si señor!!
Algunas cosas parecen impensables en este sector…Pero bueno, en breve también me pondré a escribir sobre las maravillosas personas que fuimos conociendo para llegar al diagnóstico, que son los que valen la pena. 🙂
Un abrazo!
síl eso sin duda, y son las que realmente se merecen las entradas!! besotes