En el Día del Prematuro quiero agradecer a todo el equipo de la UCIN del Hospital de la Zarzuela, por haber cuidado tan bien de mi pequeñín, por ayudarme a establecer la lactancia materna mientras estaba ingresado, por fomentar el método canguro y tener la unidad de cuidados intensivos neonatales abierta para poder estar con él todo lo posible.
Fueron 2 semanas con el nido vacío en nuestra casa, pero sabiendo que cuando nos íbamos a descansar él estaba en buenas manos.
Es posible que ahora, casi 8 años después, tenga más consciencia sobre lo que supone separarse de un bebé recién nacido y es posible, también, que de volver a vivir una situación así no me alejaría de mi peque ni cinco minutos.
Pero no puedo cambiar la historia.
Y pudiendo, lo que no cambiaría es la elección del hospital y esa enorme humanidad con la que nos recibían, esa enfermera amorosa enseñándome a limar sus diminutas uñas y cómo nos esperaban para bañarlo juntos.
Tampoco cambiaría a la maravillosa neonatóloga Marisa (que hoy sigue siendo la pediatra de mis hijos) y que nos transmitía calma, nos comunicó el alta con una sonrisa que aún recuerdo y nos ayudó a sentarlo en el huevito para llevarlo a casa cuando nos vio desconcertados con el cinturón, los ajustes y demás.
Muchas veces me quejo de las experiencias vividas en el ámbito sanitario, pero hoy, con mi peque tumbado a mi lado en el sofá, sólo puedo decir gracias.
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