#HoyLeemos Cuando mamá se comió una sandía

Hoy quiero compartir contigo un cuento que ha tocado mi corazón de una manera especial. Se llama “Cuando mamá se comió una sandía” y es obra de la talentosa María Largo, escritora de “El arcoíris de Blas” (incluido en este post). Este álbum ilustrado tiene un encanto y una calidez para explicar las emociones que pueden surgir en nuestros peques ante la llegada de un hermanito, que no podía faltar en mi blog.

La protagonista es una niña que, cuando descubre que su madre no se comió una sandía, sino que está embarazada de un hermanito, transita una revolución emocional (¿te suena de algo?).

Su mamá, amorosa y siempre legitimando las emociones de su pequeña, consigue mostrarle algo que sabemos bien las que tenemos más de un hijo: el amor no se divide cuando llegan más niños al hogar, se multiplica.

María Largo tiene una forma única de plasmar las conexiones familiares, y esto se refleja en el vínculo entre la mamá y su hija. A medida que avanzas en la historia, realista, con sus llantos, noches en vela y agotamiento maternal al llegar el bebé a casa, te das cuenta de la importancia de poder explicar (con palabras y hechos) que el amor sigue intacto.

El lenguaje con el que María Largo escribe es cercano y lleno de sensibilidad, acompañado de unas hermosas ilustraciones de Lidia Cantos.

El cuento abraza y me transportó a ese día en el que llegó mi pequeño con una banda sonora en bucle del mayor diciendo “Oh, no!”. Algo de lo que ahora nos reímos, pero que tuve que trabajar con él con una dosis extra de mimos durante una temporada. Me hubiese encantado tener este cuento para que se viese reflejado.

Aunque el objetivo de un libro no debe ser tener enseñanzas, creo profundamente en el poder de los cuentos para dar apoyo visual y facilitar determinadas situaciones con nuestros hijos a edades tempranas.

“Cuando mamá se comió una sandía” es una herramienta maravillosa para acompañar la llegada de un bebé a la familia, y que nuestros “mayores” se vean reflejados, identifiquen y verbalicen las emociones que los remueven y comprueben, en sus páginas y con nuestro amor incondicional, que el miedo a no ser el centro del amor de mamá es algo habitual pero irreal: los amamos a todos, aunque algunos (por ser más pequeños, o tener unas necesidades de cuidado distintas, tengan puesta nuestra mirada hacia ellos un poco más.

Espero que, al igual que yo, veas la utilidad de “Cuando mamá se comió una sandía” y lo tengas en mente si tú o alguien cercano está por a agrandar la familia

¡Disfruta de la lectura y abraza a tus peques-mayores con todo el amor que puedas darles! ❤️🍉