Soy la mejor madre que puedo ser.
Pongo todo mi empeño, amor y dedicación en ello.
Doy la teta.
Y he dado leche de fórmula.
¿Algo que objetar?
Hoy os quiero contar mi experiencia con ambos tipos de lactancia, materna y artificial. Y sobre todo, quitar hierro al asunto.
Mis inicios: Lactancia Mixta.
En mi primera experiencia como madre lactante comenzamos con Lactancia Mixta en la UCI donde mi hijo permaneció ingresado 15 días por prematuridad. A pesar de que mi hijo enganchó bien desde el primer día, las circunstancias llevaron a tener que completar con leche artificial después de cada toma de mi pecho o de las reservas que dejaba con mis extracciones.
No pudimos elegir. El Hospital participa del programa de la OMS y es «amigo de los niños», me ayudaron a establecer la lactancia materna y me facilitaron un sacaleches profesional para mejorar mi producción en los momentos de separación. Pero también le dieron sus biberones de leche artificial, y soy incapaz de decir si eso fue o no necesario. La urgencia para ellos era sacar a un prematuro adelante y para nosotros, primerizos, dejarnos guiar por los especialistas.
Objetivo: Lactancia Materna exclusiva.
Al llegar a casa con sus 2 semanas de vida extrauterina mi objetivo era conseguir una Lactancia Materna Exclusiva: había leído lo suficiente para saber que era la mejor opción para mi hijo, máxime siendo prematuro.
A pesar de venir con chupete en boca y muchos biberones a sus espaldas.
A pesar del temor a que mi leche no fuese suficiente, como la mayoría de primerizas, y con un biberón en la nevera listo para cualquier urgencia (que por cierto nos regalaron en la UCIN).
A pesar de llegar a mi hogar con una obsoleta recomendación de dar 10 minutos de cada pecho, cada 3 horas exactas a contar desde el inicio de la toma anterior.
A pesar de cronometrar cada toma, cada espacio entre ellas, de poner infinitos despertadores porque había que despertarnos (al bebé y a mí) para no saltarnos tomas.
A pesar de tener un peque dormilón, como la mayoría de prematuros, que debíamos «mantener despierto» si se dormía en la teta antes de los 10 minutos a base de cosquillas, desnudarlo, mojarle la cabeza y un sin fin de recomendaciones recibidas por los sanitarios antes del alta.
¡Y lo conseguimos! ¿Sabéis cómo?
- Con decisión. Porque primero es querer, luego poder. Yo quise, y tuve la suerte de poder.
- Empoderándome con información de calidad de las fuentes correctas: Alba Lactancia, Liga de la Leche, E-Lactancia, OMS
- Eligiendo una pediatra/neonatóloga pro-lactancia.
- Leyendo libros como estos:
Comprando todos los elementos necesarios para generar un banco de leche para realizar una Lactancia Materna Diferida para mis ausencias en cuanto retomase el trabajo. Dígase: sacaleches Medela Swing, Caliente leche materna Medela, Bolsas de congelación, biberones con tetina Medela Calma para no interferir en la LM. Podéis ver la lista en Amazon aquí. Y claro, informándome cómo se gestiona la Leche Materna extraída.
Retomando la Lactancia Mixta.
Íbamos genial con la LME hasta que tuve que reincorporarme al trabajo unos 5 meses después… y volvimos a la Lactancia Mixta.
Dentro de la «mixta» he dado leche materna extraída y leche artificial, ya que la cantidad que lograba extraer era insuficiente y completábamos con fórmula. Cuando el niño estaba conmigo, tomaba directamente del pecho.
En muchos casos, la imposibilidad de dar Lactancia Materna directamente del pecho lleva al fracaso, ya que la succión es clave a la hora de producir. Yo he utilizado el mejor sacaleches del mercado durante meses, y a duras penas conseguía sacar nada cercano a lo que necesitaba mi hijo durante nuestra separación. Me ponía el sacaleches en el baño de la oficina, varias veces por jornada, con una incomodidad generada por el ruido que desprendía la máquina sumado a que ya había hecho uso de la hora de lactancia de forma acumulada a mi baja por maternidad…que ni os digo.
En casa, de regreso del trabajo, mi hijo mamaba continuamente y aunque intenté sacar de un pecho mientras él estaba en el otro, tampoco resultaba exitoso el asunto: era incómodo, nos hacía permanecer quietos, y la cantidad tampoco era mucha.
Resultaba tan frustrante (máxime sabiendo que yo sí tenía leche y en cantidad: lo veía a mi hijo mamar y quedarse saciado) que entre la escasa recaudación, el tiempo dedicado a ello, el cansancio y el stress que me causaba, decidí claudicar unos 8 meses después del nacimiento.
Sé de mujeres que extraen tales cantidades que incluso son capaces de donar el sobrante a otros niños y niñas a través del banco de leche materna. No fue mi caso.
A partir de ahí nuestra Lactancia Mixta consistía en teta directamente al estar juntos y leche artificial cuando estábamos separados, priorizando en esos momentos la Alimentación Complementaria a la leche de fórmula.
Comenzamos a colechar en la misma cama (antes dormía en su minicuna a nuestro lado) para facilitar las tomas nocturnas, asegurarlas y conseguir dormir mejor para conciliar con mi trabajo.
Destete Temprano & Leche no materna.
Así como hay gente que llama «Lactancia Prolongada» erróneamente a cualquier lactancia mas allá de los 6 meses (porque la LM nunca es prolongada, siempre es normal hasta que se acaba) he decidido llamar «Destete Temprano» al de mi hijo mayor ya que no llegó a los 24 meses de teta.
Mi intención era llegar, al menos, a los 2 años como recomienda la OMS. Pero eso no ocurrió y a sus 15 meses, coincidiendo con mi segundo embarazo, se destetó en un segundo.
Para ese entonces ya tomaba leche de vaca (no de fórmula) en vaso. No había competencia de biberones o sucedáneos azucarados.
No quiso saber nada de la teta.
Compré pezoneras por si se debía a mis quejas recientes de mordidas con sus incipientes dientitos. No quiso saber nada de la teta.
Supuse que tenía que ver con el momento de stress que estábamos pasando en plena ronda de médicos buscando (y recibiendo en ese momento) el diagnóstico de mi hijo. Fui consciente e intenté relajarme, pero comprobé que seguía teniendo leche. Y no quería saber nada de la teta.
Cuando me enteré del embarazo, supuse que había cambiado el sabor o la textura de la leche y decidí seguir ofreciéndole de vez e cuando, por si cambiaba. No quiso saber nada de la teta.
Cuando nació el pequeño, mantuve la esperanza de hacer una lactancia en tandem si el mayor se animaba. Le ofrecí una y mil veces, incluso hasta hoy que el peque sigue mamando con 32 meses y el mayor tiene 4 años y medio ya. Pero no quiere saber nada de la teta.
Resumiendo que es gerundio
Me considero una afortunada por haber tenido buena información, asesoramiento de primera mano, y porque tanto los biberones como chupetes que le «colocaron» a mi hijo en el hospital, no interfirieron con el pezón.
Quisiera (y para ello tengo un apartado específico en mi Blog) que todas las madres (y padres!) decidieran SIEMPRE con información veráz. Y que si el camino elegido desde el conocimiento es la Lactancia Artificial, nadie los (nos) juzgue por ello.
Si decides no dar #LactanciaMaterna x el motivo que sea, que ese motivo nunca sea por haber recibido mala información#NoLactanciaxDinero
— Criando 24/7 (@Criando247) 5 de agosto de 2016
Con el pequeño, que no ha probado biberones con ningún tipo de leche (ni mía ni fórmula) llevamos 32 meses de lactancia. Otras circunstancias, otro momento, otras posibilidades, otro bebé.
La mayoría sabemos que la Leche Materna es mejor que la artificial. Y debemos informar, fomentar y acompañar a las madres que deciden dar el pecho.
Ninguna madre es más madre por dar la teta. Ni peor por dar un biberón.
Seamos respetuosos con la maternidad propia y ajena. Pongamos por encima lo que realmente es fundamental en la crianza: el amor, el respeto y la incondicionalidad hacia nuestros hijos e hijas.
Me encantaría leer vuestras experiencias y opiniones, siempre que prevalezca el respeto y no asomen extremos hirientes para otras madres y padres que nos lean. ¡Gracias!
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¡Nos leemos!
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