Años estuve dándole vueltas y vueltas a este tema.
Os aseguro que he hecho genial mis deberes desde el primer embarazo, leyendo todo tipo de libros, blogs y revistas. Informándome de diferentes aspectos de la maternidad y las necesidades del bebé una vez nacido.
En este caso, el del juguete de apego o muñeco transicional, seguí los consejos sobre cómo elegirlos, medidas que debía cumplir para ser seguro, la importancia de tenerlo, el olor que debería proporcionarle.
Sí, el olor.
Se supone que para que el juguete de apego sea efectivo, debe ser aceptado por el peque para cumplir ese rol. Por tanto, como los bebés tienen muy desarrollado el olfato, es aconsejable impregnar al juguete de apego con un aroma que el bebé quiera oler y le de seguridad. Es decir, el olor a mamá.
Cómo conseguir que el juguete de apego sea aceptado por el bebé
Para ello hay varias técnicas que paso a describiros brevemente:
1- si utilizas perfume, rociar al muñeco.
2-si no usas perfume pero hay otro aroma que te caracterice, como el del tu acondicionador o champú…pues bañas al muñeco con esos productos.
3- si das lactancia materna, puedes empapar al muñeco con tu leche.
4- si ninguna de estas opciones…deberás transmitirle tu propio olor. Y para ello, o acumulas sudor en un frasquito y luego se lo aplicas con cariño, o te duermes varias noches con el muñeco metido dentro del pijama para trasladarle tu aroma natural.
De esas opciones para el primer muñeco de apego que compramos elegí la opción 4, ya que decidí prepararlo antes del nacimiento y aún no tenía leche…
Los siguientes no se salvaron del precioso alimento de mis pechos, y ya no tuve necesidad de dormir con ellos dentro del pijama…ya bastante incómoda es la tripa al final del embarazo como para acoplarle un oso de peluche!.
Con respeto a la seguridad, lo básico es:
- que no pueda desprenderse ningún elemento (por ejemplo, ojos aplicados que serían un riesgo potencial de atragantamiento–> todo debe estar bordado o pintado),
- que esté fabricado con productos naturales (¡no tóxicos, lógico!)
- y que sea suave al tacto para que bebé quiera abrazarlo sin lastimarse en el intento.
Siguiendo estas premisas para que se vayan conociendo con el bebé y logremos esa sensación de apego, seguridad y bienestar en nuestro hijo…nos dispusimos a ver la efectividad de su uso.
Nuestra experiencia con el juguete de apego.
Cabe decir que mi hijo mayor, al ser prematuro y haber pasado los primeros 15 días de su vida en la UCIN, generó un apego importante al chupete (en general, no a uno en particular). Así que a pesar de insistir mucho con el precioso oso que le compró su padre antes de nacer y que preparamos con tanto esmero, lo mismo le daba tener a oso que perro o pulpo. Un chupete le proporcionaba bienestar.
Así fueron llegando más y más peluches a casa. Yo, que decía (¡y digo!) que no valen para nada, que son juguetes de poco uso y ocupan demasiado espacio..me dediqué a ir buscando diferentes animalitos para encontrar «EL juguete de apego».
Cuando mi peque comenzó la Escuela Infantil a los 7 meses (y donde duró sólo unos días antes de volver a casa a ser cuidado por LaAbu durante un año hasta volver a apuntarlo), entre sus montones de elementos de supervivencia que me pidieron en la lista, venía el muñeco de apego. Tenía mis dudas, pero insistí y volví a decidir que ese rol lo ocupaba oso. El primer oso. El que durmió en mi pijama de embarazada.
Antes de que naciera nuestro hijo pequeño, mi marido le compró su propio Muñeco de APEGO de la misma línea que oso, pero en este caso un tierno conejo blanco. Conejo recibió mi baño de leche inaugural y se preparó para ser el fiel amigo de mi nuevo bebé.
A estas alturas del Post, y para no hacerlo eterno, os resumo la historia: ni oso, ni conejo..y mucho menos el pulpo musical de Lamaze, zorrito, la orca de IKEA, el mono loco, la jirafa o la oruga musical de Lamaze, el perro salchicha fabricado a mano con telas recicladas por Manuela Grandal y resto de amigos han logrado ser dignos muñecos de apego de mis hijos.
Supongo que porque el objetivo de serlo, de conseguir ser un muñeco de apego, es proporcionar al niño una calma tal que pueda estar con él sin recurrir a ningún otro ser. Por ejemplo, para dormir. O para quedarse en el cole. O para ir a una excursión…
Aunque reconozco el rol facilitador del juguete de apego en las familias que sí han logrado encontrar el ideal para sus hijos e hijas, en nuestro caso la búsqueda durante años llegó a su fin.
Porque para mis dos peques la provisión de calma, tranquilidad, seguridad y afecto a la hora de dormir, que les pongan una vacuna o ir a cualquier sitio únicamente la consiguen de su verdadero Juguete de APEGO…que soy yo, su mamá.
Eso sí, tantos muñecos ahora nos sirven para armar una orquesta: les asignamos un instrumento musical a cada uno, nos ponemos en círculo ¡y empieza la sinfonía!
Y vuestros hijos e hijas, ¿han utilizado o utilizan juguetes de apego?
¡Nos leemos!
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¡Nos leemos!
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7 Comentarios
Sí tienen peluches, bebés y osos que mi madrr les ha cosido a mano que es una artista 🙂
Qué lindo! Me encantan los juguetes hechos a mano y con amor !
Y utilizan alguno como muñeco de transición?
Gracias por pasar, feliz jueves !
Con Piticli lo intenté con un par de doudous ( se escribe así?)que es lo que aconsejaban con bebés pequeños. Nunca los quiso, con un par de meses le compramos una oveja que abultaba más que él (Dolly) de esas que llevan incorporado un saquito para calentar, y aunque al principio tampoco es que se volviera loco con el paso del tiempo es imprescindible. Ahora con dos años y medios Dolly nos acompaña en viajes, enfermedades y demás, pero nunca lo llevó a la guarde ni se lo damos para la calle. Pitufona tiene la famosa jirafa Sophie y algún muñeco más, pero su favorito soy yo o su hermano :-D.
Gracias por contarme tu experiencia! Ya ves, cada peque un mundo !
Feliz viernes!!
El juguete de mi niña también he sido y sigo siendo yo. Cuando está triste, cuando está contenta, cuando está cansada, cuando está nerviosa… nada como un abrazo, un beso, un “puedo oír tu corazón?” o simplemente cogerme de la mano. De nada sirvió que me metiera peluches en el pijama o los hiciera yo misma, pero no me ha importado porque yo también lo he disfrutado. Los mejores tres años de mi vida