A menudo, en nuestra lucha por evitar la discriminación y fomentar la tolerancia y el respeto a la diversidad, solemos caer en resaltar las características que nos hacen iguales al resto.
Hoy he estado pensando que, en parte, insistir en los aspectos comunes es caer en una trampa. Es dar la razón a aquellos que nos señalan, no respetan nuestra diversidad y minusvaloran con sus prejuicios sobre la normalidad.
Seguro habéis visto en vuestras redes sociales esta imagen que lleva circulando varios años.
Entiendo el fin e incluso el medio dado que particularmente también recurro a veces a esta manera de presentar la diversidad. Pero hoy la cabeza me ha hecho click.
No deberíamos tener que compensar nuestras diferencias gritando a los cuatro vientos que somos iguales, que tenemos el mismo esqueleto, que tenemos capacidades como cualquier otra persona. Es redundante y conceptualmente lo veo arraigado al mismo fundamento que aquel que discrimina, porque decimos que somos iguales salvo «x».
Es lógico que en nuestro afán de hacer tribu busquemos los puntos de encuentro con nuestros pares. Pero en la gran tribu, la sociedad en la que vivimos, debemos estar todos y todas incluidas sin excepción, sin compensaciones ni justificaciones que nos avalen para tener el derecho a formar parte activa.
El día que entendamos que la diversidad es algo innato a la humanidad que ni suma ni resta, que no debemos ajustarnos a lo considerado típico, normal o como quieran llamarlo, seremos libres.
Algunos de los libros que leo con mis niños están orientados justamente a lo que os comento en esta reflexión. Una colección de historias con valores que fomentan la empatía, el respeto las diversidad, el entendimiento y la naturalización de las diferencias.
Yo quiero un mundo así para mis hijos e intentaré poner lo mejor de mi para educarlos en esa línea, enseñándoles que nuestro rol en la sociedad es asegurar que entramos todos, que eso es la igualdad, y que no necesitan justificarse con nadie sobre por qué tienen derecho a ser y a reclamar el lugar que les corresponde.
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¡Nos leemos!
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¡Es verdad Gery!