Hace años que sigo a María, autora del blog Cinco sentidos y medio. Cada vez que leo sus publicaciones o sus tweets, la admiro más y más.
Hoy no sólo quiero recomendarte que tú también la leas, si no que te unas a su maravillosa iniciativa con motivo del cumpleaños de su hijo Farid.
Maternar la diversidad
Formar parte de algún colectivo minoritario, al igual que tener alguna diversidad funcional, pone muchas barreras en esta sociedad.
Cuando las madres como María o yo hablamos de inclusión, de nuestras luchas, de los miles de trámites, de las enfermedades o patologías sin investigación detrás, de los diagnósticos incomprendidos, de las escuelas sin recursos, de las miradas que duelen, buscamos que nuestras palabras sirvan para divulgar, fomentar el respeto y la tolerancia.
Queremos construir un lugar mejor para nuestros hijos atípicos y para ello te necesitamos también a ti.
Las dificultades del día a día como madres diversas nos supone aprender sin descanso, revisarnos, revisar los contextos donde se mueven nuestros niños.
Tenemos muchos objetivos en esta carrera de fondo, pero como cualquier madre, la prioridad es ver a nuestros niños felices.
¿Y qué hace feliz a un niño?
Jugar. Jugar y jugar. Sentirse querido y respetado. Sentir que pertenece. Tener amigos y amigas a los que querer y que les quieran.
Los niños y niñas pequeños viven su propia diversidad desde la naturalidad. Con ojos inocentes que no comprenden por qué no los entienden, por qué no juegan con ellos, por qué están solos en el patio del cole.
La inclusión no es poner hashtags en los días indicados, o que puedan matricularse en un cole ordinario. La inclusión de un niño también depende directamente de la voluntad y la mirada de otros adultos diferentes a sus (p)madres, que facilitan y naturalizan su pertenencia a los grupos.
La mayoría de niños y niñas en la etapa de escuela infantil (0-3), suelen estar bastante incluidos porque las diferencias «se notan menos». Es así de triste. Pero cuando pasan esa barrera, cuando llegan al cole de mayores, su mundo cambia: comienzan las meriendas y las fiestas de cumpleaños, los encuentros en el parque, las quedadas con otras familias el finde.
¡Invirtamos en su vida social!
¿Te extraña esa frase? Yo la he dicho, mi marido también, en innumerables ocasiones. ¿Y qué es invertir en su vida social? Dedicar nuestro esfuerzo económico y el escaso tiempo que nos dejan los trabajos/terapias/gestiones/revisiones en intentar generar relaciones que no están naciendo de forma espontánea.
Apuntarlo a extraescolares, a talleres, campamentos. Clases de todo tipo. Ir al parque, hacer meriendas en casa, invitar a su clase y la de al lado a su cumpleaños. Cada año, desde que era muy pequeñín.
Peques atípicos: cuando los cumpleaños no se celebran.
Quizás tus hijos e hijas no hayan vivido estas situaciones, pero te aseguro que la mayoría de peques atípicos, en algún momento de sus vidas, lo han pasado. Y lo hemos sufrido todos, ellos y ellas los primeros, así como sus padres y madres detrás con una congoja difícil de traducir en palabras.
Lamentablemente, esa lección se aprende temprano. A nosotros nos tocó sobre los 4 años de mi hijo mayor.
Hasta el día de hoy, seguimos invitando a ambas clases a su fiesta de cumpleaños: unos 40 compis del cole. La mayoría asisten, celebran, le tienen cariño. Eso se vé.
A mi hijo pequeño, normotípico, lo invitan a todas las fiestas y nadie se pierde las suyas.
¿Sabes a cuántos cumples invitan al mayor? A dos. Son las dos fiestas de familias con las que yo, como madre, tengo más relación.
Entiendo las celebraciones pequeñas, donde se invitan a los 3 o 4 amigos más cercanos. Vaya por delante que no todas las familias pueden hacer fiestas multitudinarias, por sus propias circunstancias.
En cualquier caso, siempre seguiré trabajando con mis hijos su autoestima y explicándoles que no siempre pueden ser invitados, que cada familia organiza las fiestas como puede y a veces quedarán excluidos de las mismas. Para ello, este cuento me parece un buen aliado.
Pero ¿y el resto?
Imagina recogerlo por la tarde, al salir del cole, y ver salir a sus «amigos» en grupo hacia una fiesta. No es algo que sólo me duela a mí. Ya son muchos años, mi hijo lo sabe y como es lógico, no entiende por qué no lo invitan. Porque no son sus amigos y amigas, son sus (p)madres.
Así que no sólo debemos lidiar con esta actitud tan inclusiva (ironía modo ON) del resto de familias, sino que debo trabajar aún más su autoestima, explicarle que es posible que no puedan invitarlo por cuestiones económicas, y articular un sin fin de respuestas a sus preguntas que cada vez se me hacen más bola.
#YoVoyATuFiesta, la iniciativa de María.
Estos días ha circulado por redes sociales el vídeo de una madre, llorando mientras intenta explicar que su hijo ha invitado a sus amigos y amigas a su fiesta de cumpleaños…y sólo asistió 1.
Hoy es el cumpleaños de Farid, el hijo de María. Inspirada en ese vídeo y en la realidad de nuestras familias atípicas que conoce de primera mano, ha decidido organizar una fiesta virtual para Farid donde todos estamos invitados. Un cumpleaños por y para todos y todas. Puedes leer su publicación haciendo clic aquí.
Para participar y apoyar su idea, sólo tienes que hacer lo siguiente: desde ahora hasta el domingo 20 de septiembre, a las 17 hs (España, península), vamos a llenar las redes con el hashtag #yovoyatufiesta. Quién quiera puede incluir fotos, vídeos o audios para felicitar a Farid, ya sea en su publicación o enviando a María los archivos por Whastapp al 684 313 910 o por correo electrónico a maria@cincosentidosymedio.org.
Apagaremos las velas el próximo domingo, 20 de septiembre, a las 17:00 horas en un directo en Instagram en la cuenta de @cincosentidosymedio.
No solo será el cumpleaños de Farid, será el de todos y, además, estamos todos invitados.
María, Cinco sentidos y medio.
¡¡¡Gracias María y felicidades Farid !!!¡¡¡Nos vemos el sábado!!!
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¡Nos leemos!
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