Te pongo en contexto: hace unos días leí un artículo sobre los diferentes modelos educativos y la importancia de que las familias sepamos que existe una variedad de opciones entre las que elegir.
Me pareció un post muy interesante para que muchas familias conozcan las alternativas que existen en la actualidad en cuanto a enseñanza, recorriendo desde la “tradicional” de libros y fichas, hasta las escuelas bosque, libres, humanistas, Montessori o Waldorf, entre otras.
Como en todo, conocer y tener información clara sobre las opciones, nos da una apertura de mirada necesaria para tomar las decisiones más acertadas para nuestra familia.
Pero querer no siempre es poder.
Sin embargo, me ha faltado una coletilla que no es irrelevante ni mucho menos: no siempre podemos elegir.
Pensar que todos podemos es posicionarnos en un lugar de privilegio en el que no habitan la mayoría de familias, por circunstancias de todo tipo.
En España en general y Madrid en particular, los colegios públicos con metodologías activas son pocos y muy demandados (como los CEIP Trabenco y Núñez de Arenas), por lo que el acceso a sus plazas, más aún en peques con alguna diversidad, es prácticamente imposible. Eso sin contar con que la mayoría no suelen ser centros específicos o preferentes, careciendo de los recursos y apoyos necesarios para atender alumnado con discapacidad y/o necesidades educativas especiales.
Las alternativas que existen son concertadas o privadas, entre ellas algunas verdaderas maravillas, pero NO todas las familias pueden acceder ya sea por motivos económicos, por distancia o porque la diversidad de sus peques no es bienvenida (lo digo por experiencia y es algo que siempre me pareció contradictorio: impulsar proyectos de educación respetuosa no tiene sentido sin respetar y dar la bienvenida a la diversidad del alumnado).
Llevo años buscando opciones para mis niños típico y atípico, por lo que puedo permitirme llegar a esta reflexión.
Querer no siempre es poder.
¿Entonces qué hacemos? ¿No elegimos? ¿Nos frustramos?
Para poder, aparte de querer, hay que hacer: quedarnos sentadas esperando no va a mejorar nuestras posibilidades.
Igual que siempre te digo, con respecto a los derechos de las personas con discapacidad, resignarnos no debería ser una opción (aunque a veces nuestras fuerzas flaqueen de tanta lucha como nos pasa a muchas madres atípicas).
No poder tener plaza en el colegio que nos parece más adecuado para nuestros hijos e hijas, nos lleva a un frente bastante claro: intentar transformar, de forma colaborativa y constructiva junto a otras familias y el equipo directivo, el centro en el que están matriculados los peques.
Si la metodología y/o filosofía de nuestro cole nos parece anacrónica, poco inclusiva o encontramos puntos en los que nos sentimos incómodas, agachar la cabeza sólo perpetuará ese modelo.
No deberíamos quedarnos quietas, esperando.
Creo que tenemos que movernos, buscar opciones, ser demandantes activas de este cambio educativo en nuestros colegios y ayudar a las familias más vulnerables (generalmente excluidas o auto excluidas en las AMPAS y Consejos Escolares) a contar con información accesible sobre las propuestas, a realizar las propias y sobretodo, a tener voz.
¿Cómo podemos las familias transformar un centro educativo?
Mi experiencia estos últimos 5 años me ha dejado claro que incluso queriendo, tampoco es tan fácil poder transformar los centros (aún con el apoyo del claustro y equipo directivo).
Hay muchas barreras impuestas por las administraciones que nos agotan y hacen sentir que no es posible.
Sin embargo, sí se puede. Quizás no todo lo que nos propongamos, pero sí se puede ir avanzando hacia espacios públicos donde la enseñanza se revise, actualice y ponga en primer plano al alumnado como agente clave de su propio aprendizaje. Hacia escuelas y colegios que eduquen en el respeto, respetando a la diversidad del grupo, haciendo que todos y todas puedan pertenecer.
Leer o escuchar a Silvana Corso, Coral Elizondo o Gey Lagar, como referentes de la innovación educativa hacia modelos inclusivos, DUA y patios dinámicos, abre los ojos a quien quiera abrirlos.
Conocer la transformación de centros como el CEIP Núñez de Arenas, del que te hablé en este post, nos hace ver que la educación pública también puede evolucionar.
Para ello, necesitamos entrar al colegio. Participar, asociarnos o ser parte de la AMPA (AFA, APA), proponernos para el Consejo Escolar, agruparnos con familias de otros centros que impulsen cambios similares, para compartir el aprendizaje y la fuerza.
Hay que moverse, ser agentes del cambio para que la educación enfoque en las necesidades de los peques, sean las que sean, se centren en sus intereses y ofrezcan a nuestros hijos las herramientas para adquirir el conocimiento y potenciar sus habilidades, según sus posibilidades, sin dejar de lado la importancia del acompañamiento, el respeto y su felicidad.
Debemos luchar por conseguir que las oportunidades de elección de modelo educativo sean reales para todas las familias, la tuya y la mía.
Familias vulnerables, coronavirus, brecha educativa y misterwonderfulismos.
En momentos como el que estamos viviendo, con tantos temores latentes por la vuelta al cole en medio de una pandemia mundial, las familias nos encontramos en un dilema que tiene muchas patas, empezando por la integridad de nuestros peques.
El coronavirus trajo de su mano coletazos económicos tremendos y abrió aún más la brecha educativa, generando una desigualdad hacia los más vulnerables difícil de reparar. Sobre eso escribí en mi último post, que puedes leer haciendo clic aquí.
Los niños y niñas de hogares con bajos o nulos recursos, así como el alumnado con necesidades de apoyo educativo, han quedado en una situación de desprotección en la que insinuar que PODER es QUERER resulta hasta insultante.
Si no hemos podido, ni queriendo con todas nuestras fuerzas, cuando no había pandemia. ¿Cómo vamos a poder ahora enfrentarnos a una escolarización a medida para nuestros peques? ¿Con qué recursos? ¿Cuáles son las posibilidades reales?
Lamentablemente, aunque me gusta escribir desde el optimismo y ser constructiva, en este tema que me toca tan de cerca debo reconocer que no lo veo viable.
La realidad es que, seguramente, cada madre y cada padre desee lo mejor para sus hijos e hijas, aunque no coincidamos en la modalidad educativa.
Pero solo una pequeña minoría podrá escolarizarlos en el centro “ideal”, con ratio baja, con docentes embarcados en un proyecto transversal, con las medidas adecuadas para atender a la diversidad de cada grupo plenamente. Ojalá no fuese así, y desde luego, como escribía más arriba, es necesario que como familias nos movilicemos para conseguirlo.
Pero seamos realistas: con la ansiedad que genera la elección correcta de cole, las dificultades una vez dentro (y con el actual covid entre nosotros), tener una mirada misterwonderfulista generalizando sobre las posibilidades de cada familia sólo puede traer más frustración en aquellas que efectivamente NO PUDIMOS / PODEMOS elegir.
Resumiendo, que es gerundio.
- Hay muchas modalidades educativas. Como familias, es importante conocerlas y tratar de identificar aquella que nos parece mejor para nuestros peques.
- Querer no siempre es poder: pero, familias, no nos quedemos quietas.
- Seamos proactivas en el cambio de nuestros propios centros y ayudemos a las familias más vulnerables a sumarse y tener voz.
Pedido de reflexión y responsabilidad a la comunidad bloguera.
Quiero finalizar este post con un pedido de responsabilidad y reflexión a las/los generadores de contenidos sobre crianza y educación.
Como blogueras, divulgadoras (y más aún en el caso de que seas una verdadera influencer), hago una llamada para que intentemos ser responsables con nuestros mensajes: generalizar forma parte del problema, porque la sociedad es muchas cosas menos homogénea.
Intentemos reducir nuestros mensajes ofrecidos desde una situación de privilegio.
Brindemos información y opciones, pero sin olvidar que la mayor labor que podemos hacer hacia nuestras lectoras es ofrecerles alternativas, recordarles que existen y que no están solas (ni en la frustración ni en la lucha).
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¡Nos leemos!
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2 Comments
Estoy tan desmoralizada con la futura escolarización de mi peque que solo sueño con montar mi propia escuela, y aún así sé que no podría acceder todo el mundo, y eso me pesa, siendo maestra de la pública….muy acertadas tus palabras, me gusta mucho leerte
La sensación de impotencia ante un sistema educativo que no está preparado para incluir es desmoralizadora. Pero hay que seguir luchando por lo que creemos es mejor para nuestros peques, transformando colegios y apoyando proyectos que nacen con esa intención. Un abrazo fuerte!