Hijos: A veces, sólo a veces, mamá siente que no puede más.
No sois vosotros, es mamá.
Hay días que todo se hace más grande, como una bola de nieve cayendo por la montaña.
Las pequeñas luchas en tantos frentes distintos se tornan agotadoras. Son luchas importantes y las enfrento con toda mi energía, con mi utopía por bandera, creyendo profundamente que puedo cambiar el mundo para hacerlo un poco mejor, un poco menos hostil y apático.
Por vosotros y por mí. Porque la injusticia me sulfura y he aprendido con los años que la única manera de transformar las circunstancias es siendo constructiva, revisando también mis propios comportamientos, empatizando con las razones ajenas pero sin dejar nunca de invitar a la reflexión.
Pero hay días, como hoy, en que las fuerzas flaquean.
¿Cómo no colapsar si yo, como adulta, no consigo entenderme con otros adultos? ¿Cómo creer que vosotros, tan pequeñines, vais a poder enfrentaros a la falta de recursos y voluntad por parte de quienes deben protegeros?
Dicen que para criar hace falta una tribu, y estoy convencida de ello. Pero la tribu es extensiva, no sólo se conforma con la gente de nuestro entorno cercano, amigos y familia. La tribu también es esta sociedad que mira hacia otro lado.
Esta sociedad que legitima partidos políticos que se enorgullecen de sus propuestas excluyentes y llenas de odio.
Esta sociedad que permite que haya profesionales en puestos inamovibles por haber superado un examen, que deciden sobre vuestra educación, vuestras posibilidades, vuestra capacidad de brillar, respaldándose en vuestras etiquetas y sin miraros a vosotros, a vuestra totalidad. Unas etiquetas que sólo deberían servir para acertar en una intervención o solicitar unos apoyos.
Esta sociedad donde las madres activistas somos molestas y nos metemos donde nadie nos llama.
¿Acaso no harían ellos lo mismo por sus hijos? ¿No nadarían contra la marea para salvarlos?
Pero a ellos «no les tocó».
No han tenido que hacerse expertos en diversidad. No pasan noches en vela por no encontrar un colegio donde sus hijos sean felices, valorados y motivados. No tienen que enseñar a sus peques a ser asertivos con 3 años para que estén preparados a recibir miradas, comentarios y desprecio. No han tenido que reinventar su familia para poder encajar el tetris de revisiones, gestiones, terapias y trabajo, aparte de las tareas propias de la (p)maternidad..
Esto lo imagino. No sé realmente si «no les tocó», pero es la única manera en que puedo explicarme esa ausencia de medidas de conciliación, de inclusión educativa real, de apoyo e información a las familias típicas y atípicas.
Mi sonrisa característica, cuando choca con tantas paredes, se desarma.
Pero sólo a veces. Tranquilos, cachorritos.
Yo seguiré cortando esquinitas en las puertas de los redonditos, como en ese cuento que tanto os gusta.
Seguiré insistiendo en que no se puede continuar así y, codo a codo con muchas familias como la nuestra, nos uniremos para ser más fuertes.
Porque todos tenemos derecho a pertenecer, a ser mirados con respeto, a dar por hecho que la equidad es la norma, y no voy a bajar los brazos hasta que pueda sentir que vuestro presente y futuro no depende de una madre combativa.
Y eso es lo que pasa hoy: a veces mamá no puede más y llora. Otros días me escondo en el baño o espero a que estéis dormidos. Pero hoy necesito que sepáis que soy humana y vulnerable, que llorar no es de débiles, que la paz llega cuando somos capaces de expresar nuestras emociones. Pongo todo mi empeño en daros lo mejor, pero lamentablemente eso no depende sólo de mí y me resulta frustrante.
Venga, dadme un abrazo y haced un sándwich de mamá, mis pequeños panecillos. Y no os preocupéis, que mañana saldré a pintar las paredes por toda la ciudad hasta que se entienda el mensaje del arcoiris: la única forma que tiene de existir es que contenga y conviva con todos sus colores.
Mamá.
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4 Comments
Te abrazo desde la distancia. Muchas mamás avanzando contra viento y marea luchando por un mundo más justo donde todas nuestras niñas y niños consigan, lo más importante, la felicidad. Nos subimos a la ola esos días tristes en las que estamos cansadas o enfadadas por ver la crispación y la injusticia pero sabemos muy bien que mañana saldrá el sol y estaremos de nuevo listas para seguir acompañándoles y demostrándoles que nuestro amor es tan incondicional que nunca van a estar solas y solos. Un abrazo muy grande. Hoy te mereces un baño relajante, que te preparen una cenita rica, una copita de vino y muchos muchos mimos.
Muchas gracias por tus palabras ❤
Hola, sus palabras describen tal cual como le siento hoy. Soy mamá primeriza y mi peque tiene apenas 7 meses, sufrió de hipoxia perinatal, lo cual dejó secuelas, hasta ahora lo manejan como retraso en el desarrollo pero también nos han hablado de una posible parálisis cerebral. A pesar de las terapias, mi bebé aún no logra tener control cefálico ni mucho menos logra sentarse. El miedo me invade al pendiente al igual que la frustración y siento mi corazón de madre como si me lo hubieran aplastado.
Te abrazo fuerte