Estos días se hizo viral un post de Facebook que denunciaba un grupo de Whatsapp de madres del colegio San Antonio de Padua, con pantallazos de los mensajes intercambiados celebrando su victoria: que quitaran a un niño con Asperger de la clase de sus peques.
Si no lo has visto, aquí te lo dejo.
Ante tal actitud, los colectivos de familias con integrantes con TEA y muchas personas que ajenas al Síndrome de Asperger se sentían asqueadas por tal discriminación y efusividad en el festejo, han ido dejando miles de tuits y publicaciones en FB con sus repulsas, asombro, insultos, tramas de venganza y demás.
Mi reflexión.
A veces nos cruzamos con gente falta de empatía. Otras veces con personas irrespetuosas. También con intolerantes, prejuiciosos y discriminadores.
Pero ver todo junto y que se celebre el ser así en grupo, sin tapujos…me da muchas ganas de bajarme de la vida.
Luego me tranquilizo, reflexiono y me pregunto qué lleva a un grupo de madres a sentir ésto.
¿Quién sintió que era lógico y moral compartir sus prejuicios con otras madres?
¿Cómo es que nadie del grupo de whatsapp le pusiera freno?
¿Cuándo se formó esa piña que luchaba por el bien común de sus hijos creyendo que eso significaba erradicar al diverso?
¿Ninguna de esas madres tiene un peque diverso en cualquier área o foco de bullying? ¿Ninguno? ¿Ni un sobrino o hija de amigos o vecinita?
¿Es realmente necesario tener un hijo neurodiverso para empatizar con el hijo neurodiverso de otra madre?
¿Los niños y niñas normotípicos (es decir, sin ninguna condición y/o enfermedad) de la clase se quejaban a sus madres por la existencia de este compañero neurodiverso?
¿Qué vida llevan estas familias y qué valores transmiten a sus hijos e hijas?
Estos días leo en las redes sociales mucha ira y asco por estas personas. Yo también siento algo de eso. Pero no estoy segura (mas bien tengo claro) que insultando, pataleando o dejándolas en evidencia consigamos el objetivo principal: un mundo tolerante, una sociedad respetuosa.
Cuando formamos parte de alguna minoría se suele exacerbar el rechazo a las generalizaciones y las etiquetas. Solemos ondear banderas pidiendo que se vea a la persona. Ante todo al individuo.
Sin embargo, entre las críticas que leí hacia este grupo de madres se utilizaron generalizaciones de todo tipo, aunque la más recurrente ha sido sobre la religiosidad del centro escolar y que todos los que llevan a sus peques a colegios religiosos son así.
¿En serio? ¿Nos quejamos de que discrimen a un niño por su diversidad y englobamos a millones de personas de una religión en otro prejuicio?
Y que conste que respeto ésta religión como a otras, aunque no comparto ninguna. Con mis 41 años de vida ya puedo decir que nadie es mejor o peor por profesar o no algún credo, por tener una discapacidad, por ser de una raza, sexo o nacionalidad. Lógicamente hay gente buena y mala de todo tipo, origen y nivel económico o socio cultural.
Intentar educar a nuestros peques en el respeto a la diversidad incluye necesariamente ser respetuoso. Dar el ejemplo. Y si es necesario, educar a nuestros amigos, familiares, vecinos, conocidos.
Es posible que la mayoría de la gente intolerante no cambie de parecer por unas palabras nuestras, estaréis pensando.
Pero…¿y si pudiésemos cambiar a una persona de ese grupo?
¿Si consiguiéramos que una madre reflexione sobre algo que daba por sentado (que un niño con Asperger influía negativamente en la clase de su propio hijo) y diese un paso atrás?
¿Y si se disculpara, se alejara de esas otras madres negadas a la reflexión y comenzara a educar a sus hijos e hijas como esperamos?
En otras ocasiones ya compartí con vosotros mis pensamientos sobre exigir respeto y empatía, empatizando nosotros primero. Podéis leer, por ejemplo, mi publicación titulada Discapacidad y empatía bidireccional: autocrítica constructiva.
Puede sonar injusto, pero si lo pensáis bien es la única manera de invertir nuestra energía en algo que nos dará frutos.
La rentabilidad que buscamos al divulgar, naturalizar e informar sobre diversidades se resume en conseguir una mirada respetuosa sobre las personas con cualquier diversidad, su inclusión y equidad de derechos.
En el caso de las diversidades funcionales, las discapacidades, sabemos que el mayor problema de accesibilidad no son la ausencia de rampas o de pictogramas. La discapacidad comienza en la percepción de la sociedad que ve las diferencias como pobreza y no riqueza. En la exclusión que eso produce, invisibilizando su existencia. Y eso lleva a desarrollar ciudades, entornos laborales , escolares, deportivos, administrativos y lúdicos no accesibles. Porque no se tiene en cuenta a ese porcentaje de la población por parte de quienes no lo forman y se encargan de crear el contexto en el que nos movemos.
Me viene a la mente este Post de Alba Nemalínica contando lo fácil que es hacer accesible su pueblo, simplemente porque el responsable quiere y entiende esa necesidad. Ese derecho. No usa silla de ruedas como Alba pero empatiza con su necesidad de autonomía y accesibilidad en el pueblo. Y se ocupa de hacer su trabajo: invertir en un pueblo para todos y todas.
En fin.
No quiero extenderme mucho más que estamos en el último finde de vacaciones y el sabor amargo se multiplica.
Creo intensamente que la maldad puede reconducirse con educación, porque no es algo innato. Es algo aprendido que se puede desaprender.
Nuestra tristeza e ira puede transformarse visualizando el objetivo: mejorar la sociedad para nosotras, nuestros hijos, ellos, sus hijos…
¿Intentamos reconducirnos nosotros y en situaciones como éstas enseñar qué es la diversidad (del tipo que sea) y buscar la empatía en lugar de sumergirnos en una guerra sin sentido?
Llegados a este punto os dejo unas imágenes y os invito a leer los Blogs de Maternidad Atípica y A través de tus ojos. En ambos casos las madres detrás de estas bitácoras llegaron a sus diagnósticos de Asperger a través del de sus hijos y aportan una riqueza total al escribir desde ambas perspectivas.
Me encantaría conocer vuestras opiniones y que reflexionemos juntos.
Aprovecho para recordaros que he iniciado una petición en change para que la RAE incluya el término hemiparesia en el DLE. Aquí os explicaba por qué.
*Si queréis ayudarme con vuestras firmas en mi petición de change.org haced clic aquí!
Nos leemos,
Tus comentarios nutren mi Blog y siempre respondo. Anímate a escribirme!
Y si no quieres perderte ninguna de mis publicaciones sobre Crianza Típica y Atípica > puedes suscribirte al Blog, Facebook, Twitter , Instagram y mi canal de YouTube .
No Comments
Soy de Argentina, país donde ocurrió el hecho que motiva tu reflexión. Tengo un hijo de 11 con Asperger, el también ha sufrido discriminación y hasta violencia física y verbal por parte de un adulto, (padre de una ex compañera ).Me resulta muy interesante tu reflexión porque es cierta, lo he cambiado de una escuela católica a otra también religiosa. ..El día y la noche…Nada tiene que ver la religión. ..El éxito de la inclusión y la aceptación esta en la formación de directivos y docentes, en la sensibilizacion del grupo de padres, en la información. ..En el trabajo sobre valores y educación emocional que se hace día a día con los alumnos. ..En el trabajo en equipo! Gracias por poner luz sobre el tema. ..
Hola Alicia. Lamento por lo que ha pasado tu hijo y me alegra saber que ya no ocurre más. Me da pena esta realidad donde son los vulnerables quienes deben buscar su sitio y no al revés, pero como dices hace falta mucha información y formación, trabajar la empatía con el alumnado y sus familias pero desde la ferviente convicción y preparación del profesorado. Y en eso también podemos colaborar los padres y madres de niños diversos: aportando material, haciendo actividades de sensibilización en el cole, compartiendo desde la naturalidad info sobre la condición de nuestros nenes. Creo que cuanto más nos involucremos ante la injusticia y la discriminación desde una postura proactiva y constructiva conseguiremos más beneficios. Eso no quita denunciar los hechos que incumplan con la ley ante la justicia. Pero la apatía se cura con empatía y no con una avalancha de improperios que nos dejan en el mismo lugar que quienes atacan.
Infinitas gracias por pasar, comentar y compartir vuestra historia por aquí. Un abrazo ❤
Maravillosa tu exposición, poco puedo añadir salvo me uno a estas reflexiones.
Realmente me produce un fuerte dolor todo lo que ha girado en torno a este lamentable hecho que por desgracia, se repite con bastante frecuencia.
Al igual que tú, lo enfoco hacia dentro, es decir, el suceso es terrible pero ¿realmente los que nos hemos sentido ofendidos por esta discriminación en MAYUSCULAS, hemos sabido estar a la altura de la situación?
Cuanto odio y prejuicios se han desprendido de las respuestas de nuestro colectivo y que poco ejemplo hemos sabido dar.
A lo largo de estos últimos años he aprendido que el vivir desde cerca la neurodiversidad no te convierte en una persona capaz de dar lo mismo que te gustaría para tu hijo. Tenemos un hijo con autismo y sacamos las garras frente a la más mínima y mientras, llamamos rara a nuestra vecina, discriminamos por cuestión de etnia y hacemos prejuicios y generalizaciones ofensivas a diestro y siniestro.
Nos queda mucho por hacer desde dentro antes de poder salir a fuera a enseñar a los demás lo que es el respeto.
Pero a mi tampoco me gusta quedarme con lo negativo, y si al menos ha servido para que alguna madre de este grupo se replantee si su actuación fue la correcta, habrá merecido la pena. Todos los granitos de arena cuentan ❤
❤❤❤❤
Por tratar de aportar algo más al debate (más allá de coincidir en lo lamentable del hecho, etc.), pese a lo que comúnmente pensamos la emoción más poderosa que existe no es el amor sino el miedo (instinto de supervivencia), y una de las principales características del pensamiento humano es la tendencia a la simplificación: ante un problema difícil se tiende a simplificar (=prejuicio) y se opta por el camino fácil y de respuesta simple, eliminando el “peligro”. De ahí que todo lo que sea “diferente” se tienda a etiquetar de “peligroso”, en la mayoría de ocasiones por puro desconocimiento.
Y por otra parte existe también lo que el psicólogo americano Thomas Gilovich llama la “ilusión de la transparencia” que, más o menos, viene a decir que tendemos a pensar que lo que nosotros sabemos o tenemos en mente cuando decimos algo (o escribimos, etc.) es de conocimiento general, lo sabe todo el mundo y es fácil de comprender por todos … cuando el día a día nos demuestra que no es así y eso nos obliga a dar más información si queremos que se vayan superando esos prejuicios.
De ahí que aplaudo cualquier iniciativa de concienciación y de sensibilización, para que los que no saben o no conocen esa realidad concreta de esa persona concreta puedan acercarse a conocer y comprender esa realidad más allá del rechazo inicial (muchas veces instintivo) que les pueda producir para poder superarlo.
Y esa es una lucha de todos como sociedad (que hoy soy yo pero mañana puedes ser tú).
Jorge, me encanta leerte y estoy pensando seriamente en adoptarte o que me adoptes tú, pero te quiero en mi familia. Muchísimas gracias por pasar y dedicarte tu muy escaso tiempo a añadir otra visión al debate y, como siempre, gracias por ser un referente en lo que a respeto a la diversidad y visibilizacion se refiere. Es una enorme suerte que hayas aparecido en nuestro camino.
Un post genial, me ha encantado! Por eso, esta semana te he incluído entre mis favoritos http://www.casiprimerizos.com/2017/09/mis-posts-favoritos-del-4-al-10-de.html
Muchas gracias ❤❤❤