Tengo dos hijos, dos maravillosos y amados hijos. Tan iguales y tan diferentes…
Ambos son niños con las lógicas necesidades de cualquier niño persona: sentirse amados, respetados, jugar, descansar, alimentarse de forma saludable, tener un hogar, contar con su familia de forma incondicional.
Ambos son niños con características de niños pequeños: les cuesta expresar y gestionar sus emociones, alucinan con cada cosa que descubren o experimentan por primera vez, pasan del llanto a la risa en un plis plas, aprenden por imitación, se hacen amigos de otros peques preguntándoles si quieren ser sus amigos y ya, no nos dejan dormir a su padre y a mí las horas que nos gustaría.
Bueno, aquí me gustaría aclarar que realmente la que no duerme soy yo y no entendía bien el por qué hasta que leí el libro Amor con Ojeras (y que os recomiendo muchooo) de La Psicomami (clic aquí para ver su Blog) . Mirad, lo que pasa en mi casa es esto:
Vuelvo a mis hijos.
Ambos son fans de los cuentos y de inventar historias con personajes increíbles, nacidos para la música y amantes de la cocina (o al menos de ponerse sus ropas de chef y manosear los alimentos).
Ambos son niños están sanos*, mocos invernales incluidos.
Ambos caminaron un poco más tarde que la mayoría de niños y niñas: el mayor a los 24 meses y el peque a los 18.
Y ambos son muy charlatanes. Bueno, eso es por los genes argentinos que les he aportado y la sobre-estimulación en lenguaje producto de convivir conmigo, La Abuela (también porteña) y la exposición a cientos de libros y canciones desde que nacieron.
Pero en otras cosas son diferentes: uno es neurodivergente y el otro neurotípico.
Uno es rubio con ojos azules y percentil superior al 100, mientras que el peque es moreno con ojos café y percentil debajo de la media.
Uno siempre sonríe, camina de la mano y come como si no hubiese un mañana. El otro picotea, sale corriendo en cuanto puede y parece inmune al miedo: ya se rompió 4 dientes de tanto trepar y tirarse.
Uno se va con todo el mundo, tranquilo, sin necesidad de adaptaciones en cole ni guarde. El pequeño naranai hasta hace bien poco, si me entendéis.
El mayor se destetó a los 15 meses y el chiquitín con 5 años y medio.
Uno contaba hasta 100 y sabía el abecedario en español e inglés con menos de 2 años, aprendió a leer con 3 y tiene una memoria prodigiosa. El otro aprendió a contar hasta el 10 con más de 3 añitos y está arrancando con la lectura desde los 7 (y está más que genial así, por si cabían dudas!).
Uno es un jugón innato: ponle un juego de mesa o 10 y nunca se cansará de echar partidas. El otro no tiene ningún interés en tableros, y hace un esfuerzo supino para unirse a alguna partida familiar.
Como veis, la diversidad abarca muchas cosas, no sólo la funcionalidad, y eso está presente en todas las familias, atípicas o no. La mía, la suya, la vuestra.
Yo no lamento tener un peque neurodivergente: es mi hijo, mi amor, mi tesoro…al igual que su hermano. Tengan lo que tengan, sean lo que sean, posean lo que posean, mis hijos siempre serán parecidos pero diferentes y mi responsabilidad es que sepan/sientan que son amados, que buscaré su felicidad y que seré su portavoz (mientras haga falta) para sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad imperiosa de respetar la diversidad, sea cual sea.
*Lo de niños sanos me corroe un poco, pero quería incluirlo porque mucha gente cree que ser neurodivergente hace que no lo seas, y es un error.
Según la RAE:
Del lat. sanus.
1. adj. Que goza de perfecta salud.
Según esa definición mis dos hijos están sanos. Y quito el «ser» porque mañana podrían enfermarse, y curarse, y así.
De la misma forma me gustaría encontrar la manera de quitar esa connotación tan negativa sobre tener una enfermedad. Conozco montones de personas que conviven con enfermedades comunes, autoinmunes, raras…y no creo que formen parte de una categoría inferior a cualquier otra persona «sana». Seamos cuidadosos con las palabras, no olvidemos que dejan huellas en las personas que las reciben.
¿Y tus peques en qué se parecen?
¿Y en qué se diferencian?
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1 Comment
Clara y directa, como siempre. “Yo no lamento tener un peque neurodiverso”.
Un abrazo!!