Ayer llevé a mis hijos a un restaurante con zona de juegos infantiles.
El peque campa por allí a sus anchas desde bien pequeño, el mayor ya consigue hacer el recorrido a su ritmo y con bastante esfuerzo después de decenas de visitas al local.
Mientras ellos jugaban y yo tomaba un café mirándolos desde la mesa, vi como un niño y una niña decían algo a mi hijo mayor que estaba buscando la manera de atravesar una zona de equilibrio con mucha prudencia.
Me acerqué y vi cómo se reían de él, comentando que era lento y que le pasaba algo. Los miré fijamente, bajaron la cabeza y siguieron su camino.
Le di la mano para ayudarlo a pasar y lo acompañé parte del resto del trayecto, buscando en su gesto cómo se sentía. Le pregunté que había pasado, qué le habían dicho y se limitó a responder que nada.
Cuando siguió avanzando por una zona a la que yo no tenía acceso volvió a cruzarse con ellos y se repitió la escena. Ambos riendo en su cara, cuchicheando y parados a su lado observándolo. Busqué sus miradas y al verme se fueron de su lado.
Tragué saliva, no es fácil gestionar estas situaciones.
Tendrían unos 9 años, edad suficiente para haber trabajado la empatía y con capacidad de comprender que reírse del resto no está bien ¿pero tenía que explicarles las circunstancias de mi hijo?¿debía hablar con sus padres?¿o debería centrarme en seguir educando a mi hijo en la aceptación, la asertividad y su autoestima?
Decidí evitar a mi peque otra situación y lo invité a la mesa tomar un helado.
Durante el rato que nos quedamos allí vi como la pareja de niños se sentaba con sus padres a pocos metros de distancia. Me debatía sobre acercarme o no y finalmente decidí no hacerlo.
Me arrepiento, y por eso quiero decir a los padres de estos peques lo que ayer me guardé:
«He visto a vuestros hijos reirse del mío por su dificultad al hacer el recorrido de la zona infantil, mientras le decían que era lento entre otras cosas. No vengo a increparos, vengo a contaros a los cuatro qué pasa y el efecto de vuestra actitud.
Todos deseamos sentirnos felices y aceptados. Cada uno tiene sus circunstancias, algunas más complicadas que otras, y por ello la empatía es lo que nos permite convivir entendiendo y respetando a los demás, de la misma manera que nos gusta sentirnos entendidos y respetados.
Mi hijo tuvo un ictus al nacer y lleva 7 años haciendo todo tipo de terapias, invirtiendo su tiempo de parque, ocio y niñez en trabajar para conseguir con gran esfuerzo lo que para otros peques es simple y natural.
Lograr hacer ese circuito infantil es un reto enorme por el que sólo debería sentirse admiración.
Entiendo que no lo sepáis, pero ignorar las dificultades ajenas no exime de tener una actitud amigable, comprensiva y tolerante.
Igual que la niña lleva gafas para ver y debe sentirse mal si alguien se ríe de ella, mi hijo necesita tiempo y una férula en su pie derecho para tener equilibrio, sumado a muchísimas horas de entrenamiento porque su accesorio ortopédico no resuelve el tener parálisis cerebral como unas gafas pueden solucionar los problemas visuales que debe tener vuestra niña.
Con actitudes así, a las que mi hijo se enfrenta diariamente, no me queda más remedio que seguir trabajando su autoestima y asertividad.
Entiendo que no lo hayan hecho pensando que causarían daño, pero me gustaría creer que ahora entienden que todas nuestras acciones tienen un resultado en los demás, y reírse de otros o hacer comentarios jocosos sólo causa tristeza en quien los recibe de forma gratuita.
Os habéis perdido la oportunidad de jugar con él y descubrir sus montones de fortalezas e infinita imaginación.
Habéis elegido un camino que no está bien seguramente sin pensarlo, pero soy su mamá y entendiendo que no puedo educar a la sociedad, sí creo que puedo transmitiros que vuestra actitud no está bien y que espero que no volváis a hacerlo, así como deseo que tampoco estéis nunca en el otro lugar, en el del que se siente mal.»
Ojalá se los hubiese dicho.
De regreso volví a preguntarle a mi hijo qué había pasado y con sus 7 años me respondió: – Mamá, quédate tranquila. Yo me acepto como soy, no necesito cambiar porque las personas somos todas diferentes y yo me quiero como soy por dentro, que es donde está lo guapo de cada uno.
Me dejó sorprendida por esa frase y cuando le dije que era muy sabio me contó que eso lo había aprendido de Carlos Sobera en First Dates. ¡First Dates!
Me reí, lo abracé y él se rió conmigo sin saber muy bien por qué.
Quizás la próxima vez me limite a decirle a la gente apática que le falta ver First Dates… porque si mi pequeñín ha conseguido salir con la cabeza alta gracias a esas frases del conductor, no será muy difícil que el resto de la humanidad aprenda lo mismo. ¿O si?
¿Vosotros que hacéis en estas situaciones? ¿Dais explicaciones? ¿Os enfadáis?
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9 Comentarios
Me siento exactamente igual… lamentablemente es muy dificil manejar este tipo de situaciones y las emociones que provocan… por suerte los niños suelen ser mas sabios o mas ingenuos… pero ojala este mundo comprenda que todos somos diferentes!! Gracias x tus notas que son hermosas!!
A mi me paso igual , en un Burger, había juego para niños y había unos niños que la miraban como si fuera un monstruo, también tenía ganas de ir aa mesa donde estaban sus padres y no fui, me arrepentí enormemente y estuve muchos días dándole vueltas, gracias por compartir tu experiencia
¡Qué difícil saber qué hacer! Siempre que ocurren situaciones así tengo una lucha entre hablar con los adultos, con los niños, no hacerlo, qué pasa si hablo delante de mi hijo y lo hago sentir mal, o si por el contrario se sentiría mejor si intervengo…en fin. Te mando un abrazo fuerte y ojalá no tengamos que volver a pasar por ello, sobretodo por nuestros peques.
Me ha encantado leerte. Es la primera vez que lo hago. Espero poder educar a mi pequeña para no reirse nunca de los demás. Eres todo un ejemplo.
Gracias por pasar y tomarte el tiempo de escribirme. Un abrazo!
Los niños suelen ser crueles en sus comentarios por mucho que los eduques o le enseñen en el cole a tolerar a los demás. La razón principal es porque no tienen los prejuicios que tenemos los adultos y hacen esos comentarios tal y como ven a los demás.
Por si os sirve de ayuda, hago lo mismo que tú, enseño a mi hijo a que pase olímpicamente de lo que le digan ya que haga lo que haga o diga lo que diga, habrá gente a la que le parezca bien y a otros fatal.
PD: a mi hijo le gusta jugar con muñecas y no le gusta el fútbol !!!
Gracias por pasar por aquí y comentar. Tienes razón, hay una parte de las acciones infantiles que tienen que ver con la falta de filtro, pero también creo que si en casa los educamos (no solo con palabras, sino con nuestro ejemplo) a que las acciones, omisiones, los golpes y las palabras pueden herir a los demás, es menos probable que actúen de una forma cruel hacia su entorno. En cualquier caso, al igual que tú, yo intento educar a los míos en su autoestima y asertividad, para que se sientan bien sean como sean, les guste lo que les guste, tengan lo que tengan. PD: a mis hijos les gusta pintarse las uñas y usar tutú 🙂
Un abrazo y felices fiestas
Falta empatia en la humanidad. Los niños están reflejando la falta de tiempo y esfuerzo de sus progenitores a la hora de guiarlos en conductas saludables y básicas de respeto con el entorno social.
El descaro a la hora de reírse de la debilidad de otros niños me resulta escandaloso cuando no es algo puntual sino que esta generalizado en muchos niños hoy en día.
Los peques con valores, con normas «atípicas»de convivencia como…..no empujar,esperar el turno, ofrecer ayuda si un niño se cae o la necesita….. ,observo que los niños abusan de la amabilidad de otros niños con burlas, empujones, miradas de superioridad.
Y lo más preocupante:a veces delante de los progenitores que no rectifican dichos comportamientos. No sé si entenderían tus bellas palabras, o tal vez dudarían, o pasarian o les enriquecerian. No importa. Lo importante es que tu hijo es el reflejo de lo que ve en ti, de lo que ha absorbido, de los valores vividos y mamados. Refleja con su actitud la sabiduría que los otros niños no pueden tocar. Hoy he empezado a leerte y seguiré escuchándote, desbordas sabiduría como la de tu peqe.
Muchas gracias por leerme y por tomarte el tiempo en comentar. ❤